Aunque parece un sinsentido o una frase con trampa, la vida y sus ciclos no tienen en cuenta tu dificultad para desapegarte de situaciones, personas y cosas que realmente no te hacen feliz.
Y ahí estás tú, queriendo controlar el flujo natural de la vida, los cambios y en definitiva, perdiendo oportunidades.
Perdiendo El Ahora, que es el único lugar dónde puedes sentir y ser.
Sigues insistiendo con ese chico que no contesta a tus mensajes o continuas con tu pareja por costumbre y a pesar de no ser feliz con ella.
Llenas tu armario para vivir en una falsa abundancia, pues tú y yo bien sabemos que hay prendas que hace más de un año que no usas (¡ay de ti si te viera Marie Kondo!).
Dejar ir es aceptar las cosas como son y no como nos gustaría que fueran.
Cuando no aceptamos, necesitamos explicaciones, argumentos, solemos presionar para obtener lo que deseamos. Y esto nos atasca, nos sentimos frustradas, cansadas…
Reconoce y siente cuánto te asusta el cambio, la incertidumbre y cómo te frustra tu incapacidad de adivinar el futuro.
Cuando no dejas ir, estás reconociendo que mereces menos y que no debes aspirar a más.
Notarás que algo vale la pena cuando de forma natural todo fluya y sea un dar y recibir recíproco.
Así que te invito a:
Entrena tu mente para fijarte en lo positivo, en lo que te sienta bien. Así te será más fácil detectar lo mejor para ti, lo que te quedas.
Y, por ende, darte cuenta de lo que no te suma. De lo que existe para evitar el vacío al que tanto temes.
Otra cosa, es que no creas merecerlo. Y aquí, ya estamos hablando de autoestima
Venga, repite conmigo:
Me-rez-co-to-do-lo-me-jor
¿A que sienta bien?
Fuiste perfectamente diseñada para ser feliz.
Si sientes que no es tu caso, quiero que sepas que tienes el poder transformarlo, puedes recobrar tu equilibrio. Y no estás sola, podemos hacerlo juntas.
Cuéntame, ¿qué estás deseando ver llegar? ¿Cómo vas a hacerle espacio?
29
Abr
2020