¿Recuerdas todas las veces que te has dicho “Me encantaría tener tiempo para…”?
¿Recuerdas en qué situaciones se hacía este deseo más presente?
¿Cómo era por entonces tu ritmo?
¿Y tus prioridades?
Pues hala, deseo concedido. Así, de golpe y sin anestesia.
Después de este fin de semana de entrenamiento, hoy es lunes y sí, resulta que esto de quedarse en casa es en serio.
¿Qué fue de las ganas de tener más tiempo? ¿Cuál era la peculiaridad de ese “tiempo” que querías?
Libre, de vacaciones, para estar con los tuyos, para no hacer nada, para hacerlo todo, para cocinar, para jugar con tus hijos, para hacer una maratón de pelis y series, para bailar, hacer yoga, para comerte a tu pareja a besos, cantar, para hacerte la manicura, para leer o volver a dormir siesta como en aquellas vacaciones.
Después están los que quieren tener más tiempo para seguir produciendo más, pero esto ya es otro tema.

Puede que quisieras tiempo para satisfacer algo que venías descuidando: TÚ.
Tu YO individual y colectivo.
Tu YO madre, hermana, amiga, vecina, artista, creadora, tranquila o perezosa.
Tu YO más humano.
¿Para qué querías realmente tener tiempo?
¿En qué necesitas invertirlo ahora?
Cuéntame, te leo en comentarios 🙂